En la mayoría de los casos, el estrés es uno de los principales factores por los que decaemos e inevitablemente enfermamos aunque no seamos conscientes de ello.
Soportar demasiado estrés sin duda afecta en gran medida a nuestra salud, y muchas veces este es causado por el exceso de trabajo o las actividades a desarrollar, preocupaciones u otras presiones experimentadas en el día.
A tanto ajetreo sumale la carencia de periodos óptimos de descanso y una alimentación regular, inevitablemente no solo nuestro rendimiento diario se ve severamente afectado, también deterioramos nuestra salud y con el tiempo se van creando afecciones que no tardan en manifestarse.
El estrés es una condición emocional que desencadena depresión, ansiedad o angustia, lo que provoca que el organismo emita respuestas dañinas que deterioran progresivamente la salud al manifestarse con síntomas físicos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica el estrés como una epidemia global, ubicándolo como el principal problema de salud de los trabajadores, aumentando el riesgo de insomnio, fatiga, úlceras gástricas, parálisis, problemas cardiovasculares, infartos o accidentes cerebrovasculares.
Generalmente, solemos ver al estrés como algo ‘normal’, al considerarlo como un mecanismo adaptativo que moviliza recursos fisiológicos y cognitivos. Sin embargo, cuando estos aspectos desbordan a la persona, esta pasa a vivir en un estado de alerta permanente que genera que el organismo desate un conjunto de respuestas que terminan por deteriorar la salud física y mental.