El Barcelona puso un pie en las semifinales de la Champions League ganando en el Teatro de los Sueños al Manchester United.
Al césped salió un impetuoso Manchester United, pero muy temprano el equipo azulgrana rebajó los humos de los diablos rojos.
Al cuarto de hora un majestuoso centro de Messi lo cabeceó Luis Suárez y lo desvió a la red Shaw, a partir de ahí, la furia de los diablos rojos fue domesticada por un Barcelona que no precisó de su imagen más brillante para lograr la primera victoria de su historia en Old Trafford.
El barça se adueñó del balón y combinándolo con calma y solvencia ante el desespero de un rival agotado en perseguir la pelota. la diferencia entre los unos y los otros era evidente. A la carrera, con ilusión pero sin un plan, los diablos rojos; calmados y firmes los barcelonistas.
Del 0-1 al descanso el partido fue poco menos que un monólogo del Barça, que pudo ampliar ventaja en un remate raso de Coutinho que salvó con el pie el guardameta español y al que solo respondió el ManUnited con balones colgados desde las bandas, provocando más griterío que peligro real.
Apareció un Barça tras el descanso con el semblante distinto. O pudiera ser que el Manchester decidió dar un paso al frente. O, más posiblemente, una combinación de ambas que sin llevar el partido a ese descontrol que tanto temía Valverde sí dio la sensación de igualarlo.
Viendo el cambio de escenario el entrenador decidió cambiar el dibujo con la entrada de Sergi Roberto y Vidal por los cansados Arthur y Coutinho, se rearmó el Barcelona en el centro del campo y esa energía que pareció encenderse en Old Trafford fue apagándose.
El Manchester United es un gran club pero fue un mayúsculo equipo, que ya no es. Mantiene la épica y la leyenda pero en el campo, como le ocurrió ante el PSG, se muestra como un equipo menor. Al Barça no le costó demasiado imponer su personalidad y a la quinta visita conquistó su primera victoria.
Una victoria que debería ser definitiva para pensar en las semifinales.