Una investigación de la Universidad de Guelph ha demostrado recientemente que el uso de un insecticida ha resultado excesivamente nocivo para las abejas que anidan en el suelo.
El estudio consistió en la observación de las abejas en su entorno natural debido a que estos especímenes anidan únicamente en el piso, de tres poblaciones de estos insectos fueron puestos en aislamiento, lo que permitió que los investigadores observaran que, en suelos tratados con imidacloprid neonicotinoide, las abejas llegaron a cavar un 85% menos que en suelos sin inocular su recolección de polen también se vio gravemente perjudicada y la natalidad de nuevas crías se desplomó un 89%.
