Pretender tener siempre la aprobación de cada persona que se cruce por tu camino, solo te llevará directo al fracaso. Pasarás toda tu vida buscando complacer a otros, su felicidad a cambio de la tuya solo por querer agradar siempre.
Esta suele ser una conducta muy común en las personas, desde pequeños intentamos agradar a toda costa aunque incluso algo no nos guste, construyendo nuestra autoestima en torno a la opinión de los demás, sin importar la propia.
El amor propio se moldea de acuerdo a la percepción que otros tengan de nosotros mismo y es justamente por eso, que las inseguridades y la baja autoestima se apoderan de nosotros al querer únicamente buscar la aprobación social para sentirnos personas valiosas y con cualidades.
Agradar al mundo entero es realmente imposible, la variedad de personalidades no siempre podrán encajar con la nuestra, una realidad que debe de aceptarse para poder ser feliz con nosotros mismo y transmitirlo.
Ignorar el odio ajeno no es una tarea fácil, implica primero aceptarlo para luego aprender a vivir con ello, y no permitir que influya en nuestras actividades del día a día y sobre todo en la opinión que se tiene de sí mismo. Nadie debería definirte o catalogarte en un concepto, tú eres un ser independiente que sabe quién es realmente y cuánto valor tienes, así que ¿por qué debe importar la opinión de los demás para ser felices?
Sencillamente, sé tu mismo, sin importar que piensen de ti, no seas lo que otros quieran, ten seguridad y autoestima, actúa porque es lo mejor para ti y nada más, trabaja en no temerle a las reprobaciones de la sociedad, atrévete a decir no y a ser autónomo, seguramente así alcanzarás el éxito y la felicidad.
