Es normal observar en los diferentes medios de comunicación noticias desalentadores a nivel mundial, teniendo siempre ese enfoque dramático de la vida. Pero, muy pocas veces nos preguntamos ¿en algún momento será mi turno?
Uno de los tantos álgidos temas que ocurre en Latinoamérica es la inminente crisis que pasa el pueblo venezolano, donde sus cifras de emigración abundan y las fronteras de países cercanos han llegado a colapsar, como lo ha sido Colombia.
Las cifras sólo son números que no mueven fibras, puesto que, aunque nos anuncien que más de 5.000 personas han partido de su país natal en los últimos meses -según el informe de BBC-, eso no nos conmueve y creemos que ni nos va a afectar, retomando como si nada nuestras actividades rutinarias.
Sin embargo, las frías y esquemáticas cifras, porcentajes y tasas representa el sentido de lo que denominamos como humanidad, puesto que ahí, en esos números, está la sensible imagen de lo que es salir de la zona de confort y desventurarse a lo desconocido; donde las necesidades básicas son temas por los que hay que enfrentar día a día y tratar de no sucumbir en cadena.
Muchos de los que estén leyendo este corto artículo, tal vez asientan o simplemente dejen de leer, pero, tan solo analicemos un poco lo que vemos en los medios, personas de todos lados emigrando -no solo los venezolanos-, rodeados del miedo, vergüenza e incluso odio, llevando lo que pueden y rezar si se tiene algún dios a quien recurrir.
Más añadan, esas amenazas políticas de otros ejes fronterizos, con procesos burocráticos que no están listos para este panorama y tener que considerar lo siguiente: ¿saciarán el hambre y el sueño de cientos que no son suyos? ¿controlarán esas fracturas sociales que produce la xenofobia?; ¿pondrán en alerta todos los ejércitos para así mantener el control en sus fronteras? o ¿solamente se guiarán de promesas para alimentar la esperanza y creer que todo está bien? ¡preguntas simples con respuestas muy complejas!
-Crónica: Cuba, riqueza patrimonial , La Ante
Este incierto panorama que parece tan lejos pero que está tan cerca, son las angustias del alma, por que no hay tierra prometida y ni mucho menos realidades que estemos exentos. Después de todo, se podría dar aval a ese enigma de que la historia es cíclica con diferentes actores.
